martes, 9 de marzo de 2010

Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata

Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata
Sara Garfinkel


Estas anécdotas están contadas con todo mi amor de hija, esposa y madre
Mar del Plata 2009

Queda hecho el depósito que marca la Ley Nº 11.723 de Propiedad Intelectual
I.S.B.N.: en trámite






(continuación)
La Manzana 171
Por eso he decidido ahondar un poco más sobre mis orígenes para luego darlos
a conocer. Es que esta catarsis es muy positiva. Puedo hacer desaparecer mis
represiones al contar mis anécdotas – que son verídicas - y mantener viva parte
de la historia de un sector de un barrio marplatense. Así cuento que por la ley
del 15 de octubre de 1879 se crea un nuevo partido territorial en la provincia de
Buenos Aires bajo la denominación de General Pueyrredon, señalándole por
límites una parte del territorio que constituía antes los del partido de General
Balcarce. Un año más tarde Buenos Aires se convierte en la capital definitiva de
la República Argentina. Mar del Plata lentamente va sumando casas y
habitantes a su ejido urbano mientras que el arroyo del Puerto terco y obstinado
molesta a los vecinos en sus domicilios y/o negocios con sus reiteradas
inundaciones.
Ignoro cuando fue pero hubo un momento en que se produjo mi nacimiento.
Quizá fue el 30 de mayo de 1910 cuando dos vecinos de esta naciente ciudad,
Fernando y Constantino Vaira, solicitan permiso municipal para construir en la
manzana 171. De lo que estoy segura es que soy hija natural pero no de “padres
desconocidos”. Mi papá es el arroyo del Puerto y mi mamá la “cotidiana
costumbre de uso de suelo”. ¿Cómo puedo estar tan segura de mis orígenes?
Pues porque en un instrumento público – escritura número 358, fechada el
3/11/1925, firmada por el escribano D. Alfredo L. Bertone, en poder de la
familia Garfinkel - que desde el año 1943 vive sobre mí en el número 3367,
siendo la señora Sara Garfinkel la actual propietaria del solar - aparecen
varios nombres de vecinos marplatenses que han estado relacionados con la
historia de la diagonal Antonio Álvarez. De todos estos nombres destacamos los
de los hermanos Vaira, Fernando y Constantino. Estos hermanos habían
celebrado ante escribano público en el año 1912 “… una sociedad comercial
colectiva para la explotación de un aserradero a vapor, corralón de maderas…
sociedad que girará bajo el rubro de F. Vaira y Hermano… a su vez ambos
hermanos confieren poder especial al señor D. José Carletti para que en
nombre y representación de la sociedad F. Vaira y Hermano venda… los lotes
número 3, 5 y 8 del plano especial de la manzana en forma triangular,
señalada en el plano general con el número 171, situada en los ejidos de la
ciudad de Mar del Plata, Partido de General Pueyrredon, Jurisdicción de la
Provincia de Buenos Aires…”
En este documento público figura “…la venta del lote número 3 de forma
irregular con una superficie total de trescientos catorce metros, novecientos
ochenta y ocho milímetros cuadrados, lindando por el Nor Este con la calle
Bolívar; por el Sud Este con el lote número 2, por el contrafrente al Sud con la
avenida Pueyrredon (hoy diagonal Antonio Álvarez), por el Nor Oeste con el
lote cuatro y fondos de los lotes seis y siete…”
Sin tener conocimiento alguno de cuadrículas, ni agrimensuras y menos de
trazados de calles el sentido común me lleva a pensar que este lote en cuestión
tiene linderos bien definidos: la calle Bolívar por el Nor Este, hacia el Sur Este
el lote número 2 con frente a la calle Salta y que por el Sur el contrafrente del
lote número 3 llega hasta la diagonal Pueyrredon enfrentando al mismíso
puente de La Carolina. Debe ser así, pues de lo contrario el contrafrente del lote
en cuestión linda con… ¡la nada!
Pero la realidad es bien diferente a las especificaciones técnicas de
agrimensores y legales de escribanos. La manzana 171 es un triángulo
rectángulo en el cual su hipotenusa daba hacia el Sur. En este contrafrente de la
propiedad de los Hermanos Vaira se ha formado, por el paso cotidiano de los
vecinos un pequeño pasaje que es muy útil para poder llegar hasta el bulevar
Colón sin tener que sortear el puente de La Carolina. Además es una salida
natural de los productos del aserradero de los Vaira y así la sabiduría popular y
la costumbre del uso bautizaron a ese atajo como Pasaje Vaira, realidad
ignorada por la fría burocracia y la tozuda ignorancia municipal.
Luego lo que podría llamarse la “vereda d’enfrente” del Pasaje Vaira es un
terreno baldío, inculto, abandonado.
Gran cantidad de desechos se encuentran esparcidos por todo el terreno. El aseo
urbano no está presente porque, al parecer, la municipalidad se desentiende del
problema. Toda la zona es un vertedero improvisado por los vecinos, ignorado
por las autoridades y que terminará trayendo consigo malos olores,
enfermedades y contaminación. No es raro ver a los mendicantes, acompañados
por un cortejo de perros tan flacos y macilentos como sus pares humanos,
buscando las magras recompensas de su hurgar en la basura. Este terreno,
donde las hendeduras abundan y en época de lluvias es un tembladeral, se
extiende unos metros hasta constituirse en una de las márgenes del arroyo del
Puerto. Renglones arriba mencioné con cuanta asiduidad esta corriente de agua
dulce aumenta su volumen apenas caen cuatro gotas en la zona e inunda todo lo
que encuentra a su paso. Allí no corre el agua y por eso con las lluvias todo se
encharca y parece una laguna. Algún día contarán como leyenda lo que pasó
hace pocos días, justamente durante la última tormenta. Llovía torrencialmente
cuando uno de los pordioseros que suelen pernoctar por esos sitios cayó en un
zanjón producido por la lluvia imparable. Apenas amainó la borrasca algunos
de sus compañeros de vida mendicante trataron de ayudarlo. No sólo no lo
pudieron rescatar, tampoco hallaron su cadáver. Segura estoy que a partir de
esta noche se dirá que el espíritu del pobre mendigo se pasea por el lugar,
presentándose cada vez que hay tormenta, para evitar que yo me ahogue en el
torrente imparable de la inundación producida por el desborde del arroyo.
A pesar del dicho “Voz del Pueblo, Voz de Dios”, por varios años se me
ignorará. A pesar que los vecinos y transeúntes de la zona me han bautizado
como el Pasaje Vaira, legalmente se me niega un nombre y se seguirá
mencionando en todos los documentos públicos, ya sea privados o
gubernamentales, a la Diagonal Pueyrredon como el lindero Sur del
contrafrente del lote 3 de la manzana 171. A veces me digo que la diagonal
Pueyrredon debe ser mi madre putativa y que generosamente me presta su
apellido para que cuando se refieran a mi cenicienta persona no me llamen “esa
callejuela sin nombre”.
(continuará)

lunes, 8 de marzo de 2010

A mis amigas en el Dia de la Mujer

As they say in English: “a friend in need is a friend indeed”



Te miras en el espejo con tu mano sobre tu frente, escudriñando tu hermoso rostro – hermoso, ¿por qué no? – con mucho cuidado. No trates de enjugar esa traviesa lágrima que se desliza sobre tu mejilla porque has encontrado tu primer cabello blanco.

Ha pasado el tiempo sin que te hayas dado cuenta. Tu esposo, tus hijos, tus nietos. Se han marcado surcos alrededor de tus labios y en el borde de tus ojos. Pero, tanto arrugas como canas han dignificado tu belleza.

Los pliegues en la piel de tu rostro, más que por efecto de la edad, son consecuencia de las penas que el devenir de la vida conlleva. Las odiosas “pata de gallo” que circundan tus párpados son, seguramente, el camino de ocultas lágrimas. La triste curva descendente de tus labios, son palabras de amor nunca pronunciadas. La sombra en tu mirada es el agobio de tu corazón que palpita al ritmo del palpitar del corazón de todos a los que amas.

Sin embargo, te sientes tan vital que podrías danzar como las jóvenes lo hacen en sus alegres momentos. Tus ojos aún conservan su brillo juvenil y tus labios están húmedos y rojos, como estaban cuando dejaste de ser adolescente para convertirte en mujer.

Es que has sido una feliz esposa y una amante madre. Porque sientes que esa primera cana es el prueba tangible de que has aprovechado tu vida. Es la prueba tangible de tu realización como hija, esposa y madre. Es decir, como mujer.

Te sigues mirando en el espejo. Pero ahora no es una lágrima furtiva la que ensombrece tu semblante, sino una sonrisa traviesa la que lo ilumina. Recuerdas la mano de tu mamá acariciando ligeramente tus cabellos, sientes el beso maternal que roza tu frente. Hasta te parece ver la sonrisa cómplice de tu papá, cuando salías para tu primer baile.

Ya tu primer cabello blanco no tiene importancia. Tampoco importa que el sol del verano se esté por poner y que la primavera comience a retirarse. El otoño es hermoso y es sabio.

Tu, en tu madurez, con tu cabello gris y tu rostro con sus plieguecitos ganados a través de la vida que has vivido, eres hermosa y eres sabia. Porque eres MUJER.


En tributo al gran poeta Thomas Haynes Bayley (1797-1839)

domingo, 7 de marzo de 2010

Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata


Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata


Estas anécdotas están contadas con todo mi amor de hija, esposa y madre
Mar del Plata 2009




PRÓLOGO

No se porque se me ocurrió emprender este relato. Quizá sea el deseo de dejar
mi huella en el sendero de la historia marplatense. Esta será una tarea para
muy difícil de llevar a cabo porque mi condición de ser inmueble me impide toda
forma de conversación con los vecinos que transitan día y noche por mis
veredas. Si bien el diálogo me está vedado no así el dialogismo. Yo platico
conmigo misma desde que amanece y aparece el primer viandante hasta que las
sombras nocturnas oscurecen mi visión y ya nadie pasa por acá.
Este dialogismo ha despertado en mi conciencia un continuo fluir de
percepciones, pensamientos, sentimientos y recuerdos en mi mente asfaltada y
embaldosada. El problema es que este monólogo interior siempre me lleva a
relatos donde mezclo hechos y protagonistas sin prestar atención a normas
gramaticales, sintácticas y lógicas. Advierto al lector que encontrará en este
trabajo innumerables muestras de impresiones visuales, auditivas, táctiles,
asociativas y subliminales que quizá lo asombraran pero nunca confundirán y
menos, aburrirán. Mis relatos son coherentes aunque estén basados en la libre
asociación de ideas e imágenes y muchas veces no respeten la cronología de los
hechos. No sólo deseo con estos pormenores de mi vida cotidiana dejar mi huella en el
camino de la historia de Mar del Plata, también aspiro con los mismos
entretener y divertir a mis lectores.

Me presento en Sociedad
Todo me sucede a mí. A mí, que de todas las calles de Mar del Plata no soy ni la
más larga, ni la más ancha y no figuro en el catastro municipal como calle
porque soy una diagonal. Soy la diagonal Antonio Álvarez. Una – si no la única
– de las más cortas vías de tránsito de la ciudad. Se puede decir que desde
siempre he sido una vía de comunicación que comienza acá y termina allá.
Menos de 100 metros – 86 metros 50 centímetros, más exactamente - separan el
“acá” del “allá”. Además ni siquiera fui dibujada en el trazado original de la
planta urbana. Según datos recogidos del trabajo VALOR PATRIMONIAL DEL
TRAZADO ORIGENES DE MAR DEL PLATA
, Felicidad Paris Benito
(publicado en la revista Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Mar del
Plata, 2001, pag. 45), “El trazado de la planta urbana, ha sido estructurado por
el agrimensor proyectista, basándose en tres ejes verticales que terminan en el
mar, respondiendo a las actuales avenidas Colón, Luro y Libertad y uno
horizontal que atraviesa a los anteriores, correspondiente con la avenida
Independencia…” “En cuanto a la disposición de las manzanas, carecen de un
límite geométrico concebido como tal, se encuadran en una figura asimilable a
un triángulo siendo los catetos de éste las avenidas Colón e Independencia
respectivamente y la hipotenusa la línea de ribera marítima…”.
Como soy parte interesada en este relato y no quiero dejar ningún cabo suelto
con respecto a mi nacimiento diré que Mar del Plata, mi ciudad natal, tuvo un
post-parto algo complicado en lo que respecta a su trazado. Si bien
geográficamente está en el ámbito regional conocido como pampa húmeda, ella
no es un típico caso de ciudad pampeana. Su terreno no es llano. De ahí que el
tradicional trazado a cordel adoptado por los colonizadores españoles para el
diseño de las ciudades en América, acorde a lo exigido por las leyes de Indias,
no pudo ser aplicado a nuestra ciudad.
Entre las lomas de Santa Cecilia, Stella Maris y Divino Rostro, amén de otras
elevaciones menores, las sinuosidades costeras y los dos arroyos que cruzan la
superficie del terreno a medir para reproducir su contorno en los planos
catastrales, provocaron en el trazado de muchas manzanas una irregularidad
manifiesta, ya que éstas no son cuadradas, como es lo habitual en los pueblos de
la provincia de Buenos Aires, sino son trapezoidales o triangulares. Esto se
aprecia cuando llegamos a las diagonales Pueyrredon y Alberdi. Sin embargo, la
falta de simetría en el trazado en deferencia a la línea diagonal del arroyo
implica para nuestra ciudad una muestra palpable del “ser marplatense”. Es
parte del patrimonio tangible que hace a todo el acervo moral y cultural de
cualquier colectivo urbano.
He de aclarar que de los dos arroyos que cruzaban la superficie del terreno a
mensurar, el más importante denominado del Puerto (hoy de las Chacras), está
entubado y el otro, de menor importancia llamado el Cardalito, está
desaparecido del casco urbano.
Tanto proyectistas como terratenientes no pudieron obviar la importancia del
arroyo del Puerto en la Mar del Plata que sólo era un caserío. Y así desde las
avenidas Colón e Independencia hacia el oeste el arroyo corre por debajo de
manzanas de tipo común aunque aparezcan al pasar dos pequeñas diagonales, la
Antonio Álvarez y la Ovidio Zubiaurre. Éstas, que deben su existencia a la
antigua presencia del cauce del arroyo, son motivo de curiosidad del
marplatense por adopción o del turista no advertido.
En verdad, y usando una frase muy de barrio confieso que soy “hija del arroyo”.
Podrá parecer una confesión muy peyorativa pero es la cruda verdad sobre mi
nacimiento. No reniego de mis orígenes pero justamente esta situación
socialmente despreciativa de ser “hija del arroyo” me provoca un sentimiento de
minusvalía que, a pesar de yo ser ya casi centenaria, no he podido superar
totalmente. Lo que si me llena de alegría es que hace muchos años resolví mi
problema de identidad cuando después de muchas idas y vueltas me dieron un
nombre que es mi orgullo pues honra la memoria de un insigne vecino de la
ciudad, D. Antonio Álvarez, quien fuera el primer comisionado municipal de la
ciudad de Mar del Plata.
Antes de continuar quiero decirles que no debe asombrarles que yo esté tan
dispuesta a contar aspectos de mi vida. No me gusta el chisme porque en el
chisme hay algo de mendacidad irrespetuosa hacia el semejante. Entre tantas
particularidades que me han marcado desde mi nacimiento, el respeto ha sido
primordial. El respeto hacia mí misma – quizá por esa ausencia de identidad que
me acompañó durante tantos años – y el respeto hacia los demás. Respetar
significa, entre otras cosas, tener una actitud atenta hacia las opiniones ajenas.
Como durante tanto tiempo no he tenido nada que hacer porque era escaso el
movimiento peatonal sobre mí, me dediqué a escuchar las conversaciones de
los pocos vecinos que me transitaban. De ellos aprendí que hay que saber ver,
oír y callar porque se es esclavo de las palabras que se dicen. Es así que no es de
asombrar que yo sea una calle capaz de contar tantas cosas y mejor aún,
escribirlas. Especialmente para aquéllos que me atraviesan velozmente. Cuántos
transeúntes y automovilistas me usan simplemente como camino útil para
acortar la distancia hacia la avenida Colón o evitar el cruce de ésta con la
avenida Independencia. Pasan sobre mi trocha con una total indiferencia.
Cuántos turistas y marplatenses siquiera saben como me llamo. Ni les interesa
averiguarlo.
(continuará)