domingo, 7 de marzo de 2010

Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata


Anécdotas de una Calle Corta de Mar del Plata


Estas anécdotas están contadas con todo mi amor de hija, esposa y madre
Mar del Plata 2009




PRÓLOGO

No se porque se me ocurrió emprender este relato. Quizá sea el deseo de dejar
mi huella en el sendero de la historia marplatense. Esta será una tarea para
muy difícil de llevar a cabo porque mi condición de ser inmueble me impide toda
forma de conversación con los vecinos que transitan día y noche por mis
veredas. Si bien el diálogo me está vedado no así el dialogismo. Yo platico
conmigo misma desde que amanece y aparece el primer viandante hasta que las
sombras nocturnas oscurecen mi visión y ya nadie pasa por acá.
Este dialogismo ha despertado en mi conciencia un continuo fluir de
percepciones, pensamientos, sentimientos y recuerdos en mi mente asfaltada y
embaldosada. El problema es que este monólogo interior siempre me lleva a
relatos donde mezclo hechos y protagonistas sin prestar atención a normas
gramaticales, sintácticas y lógicas. Advierto al lector que encontrará en este
trabajo innumerables muestras de impresiones visuales, auditivas, táctiles,
asociativas y subliminales que quizá lo asombraran pero nunca confundirán y
menos, aburrirán. Mis relatos son coherentes aunque estén basados en la libre
asociación de ideas e imágenes y muchas veces no respeten la cronología de los
hechos. No sólo deseo con estos pormenores de mi vida cotidiana dejar mi huella en el
camino de la historia de Mar del Plata, también aspiro con los mismos
entretener y divertir a mis lectores.

Me presento en Sociedad
Todo me sucede a mí. A mí, que de todas las calles de Mar del Plata no soy ni la
más larga, ni la más ancha y no figuro en el catastro municipal como calle
porque soy una diagonal. Soy la diagonal Antonio Álvarez. Una – si no la única
– de las más cortas vías de tránsito de la ciudad. Se puede decir que desde
siempre he sido una vía de comunicación que comienza acá y termina allá.
Menos de 100 metros – 86 metros 50 centímetros, más exactamente - separan el
“acá” del “allá”. Además ni siquiera fui dibujada en el trazado original de la
planta urbana. Según datos recogidos del trabajo VALOR PATRIMONIAL DEL
TRAZADO ORIGENES DE MAR DEL PLATA
, Felicidad Paris Benito
(publicado en la revista Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Mar del
Plata, 2001, pag. 45), “El trazado de la planta urbana, ha sido estructurado por
el agrimensor proyectista, basándose en tres ejes verticales que terminan en el
mar, respondiendo a las actuales avenidas Colón, Luro y Libertad y uno
horizontal que atraviesa a los anteriores, correspondiente con la avenida
Independencia…” “En cuanto a la disposición de las manzanas, carecen de un
límite geométrico concebido como tal, se encuadran en una figura asimilable a
un triángulo siendo los catetos de éste las avenidas Colón e Independencia
respectivamente y la hipotenusa la línea de ribera marítima…”.
Como soy parte interesada en este relato y no quiero dejar ningún cabo suelto
con respecto a mi nacimiento diré que Mar del Plata, mi ciudad natal, tuvo un
post-parto algo complicado en lo que respecta a su trazado. Si bien
geográficamente está en el ámbito regional conocido como pampa húmeda, ella
no es un típico caso de ciudad pampeana. Su terreno no es llano. De ahí que el
tradicional trazado a cordel adoptado por los colonizadores españoles para el
diseño de las ciudades en América, acorde a lo exigido por las leyes de Indias,
no pudo ser aplicado a nuestra ciudad.
Entre las lomas de Santa Cecilia, Stella Maris y Divino Rostro, amén de otras
elevaciones menores, las sinuosidades costeras y los dos arroyos que cruzan la
superficie del terreno a medir para reproducir su contorno en los planos
catastrales, provocaron en el trazado de muchas manzanas una irregularidad
manifiesta, ya que éstas no son cuadradas, como es lo habitual en los pueblos de
la provincia de Buenos Aires, sino son trapezoidales o triangulares. Esto se
aprecia cuando llegamos a las diagonales Pueyrredon y Alberdi. Sin embargo, la
falta de simetría en el trazado en deferencia a la línea diagonal del arroyo
implica para nuestra ciudad una muestra palpable del “ser marplatense”. Es
parte del patrimonio tangible que hace a todo el acervo moral y cultural de
cualquier colectivo urbano.
He de aclarar que de los dos arroyos que cruzaban la superficie del terreno a
mensurar, el más importante denominado del Puerto (hoy de las Chacras), está
entubado y el otro, de menor importancia llamado el Cardalito, está
desaparecido del casco urbano.
Tanto proyectistas como terratenientes no pudieron obviar la importancia del
arroyo del Puerto en la Mar del Plata que sólo era un caserío. Y así desde las
avenidas Colón e Independencia hacia el oeste el arroyo corre por debajo de
manzanas de tipo común aunque aparezcan al pasar dos pequeñas diagonales, la
Antonio Álvarez y la Ovidio Zubiaurre. Éstas, que deben su existencia a la
antigua presencia del cauce del arroyo, son motivo de curiosidad del
marplatense por adopción o del turista no advertido.
En verdad, y usando una frase muy de barrio confieso que soy “hija del arroyo”.
Podrá parecer una confesión muy peyorativa pero es la cruda verdad sobre mi
nacimiento. No reniego de mis orígenes pero justamente esta situación
socialmente despreciativa de ser “hija del arroyo” me provoca un sentimiento de
minusvalía que, a pesar de yo ser ya casi centenaria, no he podido superar
totalmente. Lo que si me llena de alegría es que hace muchos años resolví mi
problema de identidad cuando después de muchas idas y vueltas me dieron un
nombre que es mi orgullo pues honra la memoria de un insigne vecino de la
ciudad, D. Antonio Álvarez, quien fuera el primer comisionado municipal de la
ciudad de Mar del Plata.
Antes de continuar quiero decirles que no debe asombrarles que yo esté tan
dispuesta a contar aspectos de mi vida. No me gusta el chisme porque en el
chisme hay algo de mendacidad irrespetuosa hacia el semejante. Entre tantas
particularidades que me han marcado desde mi nacimiento, el respeto ha sido
primordial. El respeto hacia mí misma – quizá por esa ausencia de identidad que
me acompañó durante tantos años – y el respeto hacia los demás. Respetar
significa, entre otras cosas, tener una actitud atenta hacia las opiniones ajenas.
Como durante tanto tiempo no he tenido nada que hacer porque era escaso el
movimiento peatonal sobre mí, me dediqué a escuchar las conversaciones de
los pocos vecinos que me transitaban. De ellos aprendí que hay que saber ver,
oír y callar porque se es esclavo de las palabras que se dicen. Es así que no es de
asombrar que yo sea una calle capaz de contar tantas cosas y mejor aún,
escribirlas. Especialmente para aquéllos que me atraviesan velozmente. Cuántos
transeúntes y automovilistas me usan simplemente como camino útil para
acortar la distancia hacia la avenida Colón o evitar el cruce de ésta con la
avenida Independencia. Pasan sobre mi trocha con una total indiferencia.
Cuántos turistas y marplatenses siquiera saben como me llamo. Ni les interesa
averiguarlo.
(continuará)

1 comentario:

  1. Este otro articulo tiene el atractivo de personificar a una calle con años de conocimiento y sabiduria que, entre ironías, historias insertas en la literatura gris y sueños, les cuenta a toda la población joven que devienen en sus nietos que ansían en conocer ese pasado que nunca figurará en los libros de gigantes escritores quienes, tal vez por su propia altura en las letras, pierden de vista estas historias, tal vez pequeñas, pero muy ricas. Esperamos con ansias saber como sigue.

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